Equidistancia electoral transitoria

Hay una regla de oro no escrita en política: gana el que gobierna. Es muy simple. No compites electoralmente para ocupar un puesto en los escaños de la oposición. Cada noche electoral, todos los partidos tratan de confundir a los ciudadanos atribuyéndose la victoria. Pero es evidente que no pueden ganar todos. Artur Mas ganó las dos elecciones anteriores en Cataluña pero nunca ha sido investido presidente de la Generalitat. ¿Tenéis alguna duda sobre si cambiaría sus dos victorias electorales por ocupar el sillón en la Plaza de Sant Jaume?

Por el contrario, Esquerra sabe que nunca ganará las elecciones catalanas. Para la formación independentista, la victoria es formar parte del Govern. Y los dirigentes republicanos son perfectamente conscientes de que todas las encuestas marcan una tendencia muy clara: el triunfo de CiU quedándose a pocos escaños de la mayoría absoluta. Para alcanzarla, bastaría con los del PP o los de Esquerra. En cambio, el tripartito no sumaría los parlamentarios suficientes para obtener la mayoría necesaria. Por ello, el pasado sábado Joan Puigcercós, presidente de ERC, tendió la mano a su homólogo en CiU, Artur Mas, ofreciéndole reunirse para estudiar vías de entendimiento. La respuesta de Puig: los republicanos sufren equidistancia electoral transitoria. Hace con ello referencia a una escena que se repite cada cuatro años en periodo preelectoral: Esquerra haciendo guiños al PSC y a CiU.

Un pronóstico: Esquerra no gobernará esta vez. CiU formará gobierno en solitario con apoyos puntuales de los populares y de los republicanos. En las filas convergentes, aún sigue vivo el recuerdo de la pantomina de la negociación de Esquerra con CiU tras las elecciones del 2003 y del 2006, cuando los republicanos ya habían pactado formar gobierno con los socialistas e Iniciativa. Pero todavía más importante para los convergentes es ofrecer una imagen de moderación y evitar que su hipotético gobierno se convierta en una jaula de grillos similar a la del tripartito.