miércoles, 11 de agosto de 2010

Mejor el original que la copia



Existe una regla en comunicación política que sostiene que los votantes prefieren siempre el original a la copia. Esta norma se ha utilizado en numerosas ocasiones por comentaristas políticos para argumentar el escaso éxito obtenido por el ocasional seguidismo del PP y del PSOE de los partidos nacionalistas. Todo ello en base a que, según ellos, el votante siempre prefiere el original (el nacionalismo) frente a la copia (el nacionalismo impostado).

La regla es discutible porque ese seguidismo del nacionalismo (antes de las elecciones vascas) y la ruptura del PSE-EE con las políticas de Nicolás Redondo han permitido a Patxi López sustituir a Ibarretxe en la lehandakaritza. Sin embargo, esta norma es claramente aplicable al resultado de la estrategia seguida por Montilla durante los últimos meses. Parece evidente que erigirse en defensor numantino del Estatut para acaparar titulares en la prensa no le ha salido bien. ¿Por qué ha sido así?

Porque ha avivado el nacionalismo propiciando que varios dirigentes de la cúpula del PSC pasaran de una tímida postura catalanista (Ernest Maragall, como Conseller de Educación, incluso defendía implantar más horas de castellano a principio de la legislatura) a abogar por posiciones abiertamente nacionalistas y anti-PSOE. Este movimiento ideológico ha desembocado en una fractura interna dentro del socialismo catalán provocando que Antoni Castells, el líder más emblemático del ala catalanista del PSC, haya renunciado a ir en sus listas en la próximas elecciones. Otro representante de esta corriente, Angel Ros, alcalde de Lleida, ha descartado también presentarse a los comicios catalanes por esta provincia advirtiendo de la necesidad de que en el seno del PSC se abra una discusión después de las elecciones sobre la relación entre Cataluña y España. O lo que es lo mismo: “President Montilla, cuando pierdas las elecciones, los catalanistas del PSC te plantaremos cara”.

Porque, paralelamente, cierto número de electores socialistas -pocos pero significativos- han empezado también a defender posiciones nacionalistas, espoleados por la convocatoria del president Montilla a la manifestación del 11 de julio en contra de la sentencia del Estatut. Es decir, no sólo una fracción de la cúpula del PSC sino también parte de su base electoral (que es la que le puede dar la mayoría a Montilla en unas hipotéticas elecciones internas en el PSC tras las elecciones catalanas) ha evolucionado hacia posturas más catalanistas, cuando no explícitamente nacionalistas, lo cual va a dificultar el control del partido por parte de Montilla.

• Y, porque, para más inri para Montilla, CiU se ofrece ahora como alternativa para esta parte del socialismo catalán que sale ahora a manifestarse con catalanes independentistas. Se trata de un movimiento preocupante para los socialistas catalanes porque es un hecho que no había sucedido nunca, ya que la base electoral catalanista del PSC -partido que históricamente se ha nutrido principalmente del voto inmigrante andaluz, castellano y, en consecuencia, no nacionalista- era prácticamente inexistente y, por tanto, los convergentes nunca se habían preocupado de apelar al voto de esa parte del electorado socialista. Que ahora lo hagan quiere decir que hay votos donde pescar.

En definitiva, en toda estrategia política deben medirse exhaustivamente sus pros y los contras. Parece evidente que el presidente catalán no calculó suficientemente los riesgos de su estrategia. Ha abierto una brecha en su partido -lo primero que castigan los votantes son las divisiones internas-, su electorado evoluciona hacia posiciones ideológicas más nacionalistas -alejadas de lo que él representa- y CiU puede quitarle parte de sus votantes. Habrá que esperar a la próxima encuesta de La Vanguardia o El Periódico pero o mucho me equivoco o la coalición nacionalista probablemente esté ahora mismo en la mayoría absoluta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario